domingo, 29 de marzo de 2009

CRISIS E IDENTIDAD



No me cansaré de repetir el peligro que representa la ausencia de controles sobre aquellos elementos que perturban nuestra forma de ser. La pérdida de identidad es tan palpable que está afectando los cimientos de nuestros conceptos culturales. Con una tradición de primer orden en el campo de la pelota, tuvimos un desempeño ridículo durante el desarrollo del último clásico mundial de béisbol. A pesar de que vivimos en un país agrícola, dependemos de las cosechas de otras latitudes para subsistir. Siendo una isla de pródigos recursos del mar, nos cuesta una fortuna alimentarnos con productos marinos. Con tantas lagunas y manantiales, pagamos el agua más cara del mundo y consumimos más bebidas alcohólicas que productos lácteos. Grupos desaprensivos diezman los bosques de bambuc para fabricar alcancías que ofertan por unas cuantas monedas. Aún se permite la pesca de arrastre y con vertido de sustancias extrañas en nuestros ríos. Mientras el campesino abandona su predio por falta de liquidez, en la ciudad llueven las tentadoras ofertas de dinero. Se obtiene con más facilidad un préstamo para la compra de un vehículo que para la reparación de una vivienda. Todos queremos hacernos de un perro de raza y no de una gallina ponedora, un chivo o un conejo. El consumo desmedido corroe el presupuesto familiar comprometiendo el ahorro doméstico. La pistola, el carro y la villa son íconos del exhibicionismo de poder. Mientras nuestros artesanos auténticos cambian de profesión por la falta de oportunidad, los mercaderes de la cultura se enriquecen con el arte foráneo. A los dominicanos se nos acosa de los espacios públicos, mientras se protege a los que cumplen con sus exigencias en dinero. Celebramos cada año una feria internacional del libro con un alto componente de animación y espectáculos que en nada tienen que ver con el más noble de los objetos que haya conocido la humanidad. Cerca de un 95% de las mercaderías que surten nuestras tiendas para turistas son de factura extranjera y nadie se ruboriza. Las personas que guían los grupos de visitantes no ofrecen las informaciones oportunas a los visitantes. Muchos pintores y artesanos de mochila realizan sus labores en la clandestinidad por miedo a los policías. El gobierno municipal del Distrito Nacional reitera su actitud prepotente y arrogante para no ceder un espacio a la progresista e histórica comunidad china. Este comportamiento no es más que el producto de la crisis valores por la que estamos atravesando. Es la consecuencia del más descomunal descuido de nuestras costumbres y tradiciones. Es un reflejo de la pérdida de nuestra identidad.

SENTIDO ESPIRITUAL DE LA ARTESANIA

Por simple o compleja que parezca una artesanía, es un error apreciarla por su sencillez al  compararla con otra más atractiva por su acaba...