Mientras nuestros sociólogos, antropólogos e historiadores, entre otros especialistas de las disciplinas sociales se encuentran ocupados en otros menesteres , el país se desangra víctima del patriotismo barato y el oportunismo. Desde lo profundo de la historia la artesanía como concepto de identidad ha venido desempeñando un lugar de primer orden en la cultura de los pueblos. Ha sido y sigue siendo un recurso manifiesto en todo acontecimiento social. El grado de deterioro de nuestra identidad está opacando nuestro desarrollo artístico en todas sus manifestaciones, en lo que se podría definir como el comienzo del fin de nuestra cultura. No es momento de señalar culpables, pero sí de establecer responsabilidades. He venido denunciando desde hace buen tiempo la pérdida de nuestros valores. Nadie hace caso y todo sigue igual. No existe una política de Estado sensible a nuestras posibilidades y sentimientos folclóricos y nuestros críticos sociales brillan por su ausencia. Las artes populares de identidad tienen un manejo oportunista y mediático. Los sitios históricos están cambiando su fisonomía para dar paso a proyectos extranjerizantes. No se tiene escrúpulo en anunciar medidas de extinción del hábito que refleja nuestras costumbres. Los artesanos de mochila y artistas de calle padecen los momentos más traumáticos que se pueda imaginar. Esa misma suerte presagian los escultores, grabadistas, cantores y artistas plásticos que han tenido que emigrar en procura de mejores posibilidades. Ese conjunto de medios de vida y costumbres es malogrado por la indiferencia y la falta de oportunidad. En medio de este tráfago de permisividad se hace comercio en un matrimonio de exterminio con nuestra realidad. Quizás un día encontremos el medio de abatir la ignorancia y la prepotencia de los que se empecinan en hacer desaparecer a nuestros artesanos del contexto social en su más elevada expresión. Es necesario señalar que cultura no es una metáfora, es algo que se relaciona con las facultades sensibles del hombre, que aún en el lenguaje cotidiano, cuando se menciona cultura se relaciona con sensibilidad. ¿Tiene sensibilidad patriótica quién reprime al artesano y censura su obra? Entonces, sin lugar a dudas estamos en el comienzo del fin de la cultura.
Me preocupa como se escapa nuestra identidad. La forma reiterada de transculturización va socavando nuestras costumbres, debido a que los elementos foráneos van imponiendo su presencia en un espacio que sustituye las tradiciones que debemos conservar.
SENTIDO ESPIRITUAL DE LA ARTESANIA
Por simple o compleja que parezca una artesanía, es un error apreciarla por su sencillez al compararla con otra más atractiva por su acaba...
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Todo lo que existe en el mundo, incluso lo que es espíritu y esencia, está conformado por un diseño. Es decir, que la artesanía como materia...
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No me cansaré de repetir el peligro que representa la ausencia de controles sobre aquellos elementos que perturban nuestra forma de ser. ...
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